martes, 1 de junio de 2010

Gloriosa combustión [fragmento]

Estas últimas semanas ha estado pensando en la vida, en la muerte, en el deseo y en la belleza, y, naturalmente, en el deseo de vivir y en la belleza de la muerte. A veces piensa que nació con el propósito de encontrar una belleza que aun no ha querido encontrarle y que, habiendo vivido casi veinte años persiguiéndola, ha acabado por desperdigar en su estela gran parte de su materia, sólo para encontrarse, más tarde que temprano, con su persona hueca e incompleta. Es un fuego artificial que naufraga ingenuo el cielo desnudo y negro hasta acabar por consumirse en una morbosa explosión, una gloriosa combustión. Menos por razón que por fuerza, cree estar destinado a gatillar en su cuerpo un desenlace violento y hermoso.

Con el sonido de los petardos

[Sonido de petardos]
Niño: ¿Qué es eso?
Jim: No hablo francés.
Niño: ¿Inglés?
Jim: Sí.
Una mujer, probablemente la madre, farfulla algo en francés.
Jim: No te preocupes. Sigue… sigue… sigue haciéndolo. Sólo te estoy grabando… Es un micrófono.
Niño: ¿Qué es eso?
El niño, supongo, le indica la mano en la que sostiene el micrófono y porta un reloj. Jim se confunde y cree que le pregunta por el reloj.
Jim: Ahm, ¿qué hora?
Niño: No, eso.
Jim: ¿Esto?
Niño: Sí.
Jim: Es un micrófono. Te estoy grabando mientras revientas petardos.
Niño: Ah.
Jim: ¿Está bien? ¿Está bien si te grabo poniendo los petardos?
El niño hace un ruido; seguramente vuelve a indicar su mano.
Jim: No sé qué hora es. Disculpa.
El niño cree que Jim le pregunta la hora, como si tuviera que estar en algún lugar a una determinada hora; un aeropuerto, por ejemplo, sabiendo que es un turista.
Niño: ¿Cuándo se va?
Jim: ¿Disculpa?
Niño: ¿Cuándo se va?
Jim: Ehm.
Alguna tontera debe hacer, el crío. Jim se pone nervioso.
Jim: No, no… sigue…
Niño: ¿Ah?
Jim: Sigue reventándolos.
Niño: ¿Usted es de Inglaterra? ¿Inglés?
Jim: Sólo hablo inglés. Lo siento.
Niño: Ah, sí.

Reloj

Nada, filo. Ya no quiero decirlo, ni menos leerlo luego.